Natural de Solares, fue becado por la Diputación Cántabra para estudiar en la academia de San Fernando, donde Muñoz Degrain le contagia el gusto por el paisaje romantizante de su primera época.
Obtiene un importante éxito con su obra "Los Piteros" de 1919 por la que se le llega a conocer por "el Pereda del Lienzo". No obstante sin detenerse en los dictados del costumbrismo, que alcanza fácil reconocimiento por aquellas fechas, su pintura girará hacia una sensibilidad clásica en la que el colorido se enfría y la forma se geometriza. En su obra aparecen lejanas resonancias del cubismo que contemplará en su viaje a París en 1919 - sobre todo en los paisajes del pueblo almeriense de Mojácar - e incluso del cuatrocientos italiano, especialmente de Piero della Francesca, en su opción por un figurativismo depurado que se puede relacionar con el novecentismo catalán.
Aunque envía obra, en 1920, 1926 y 1930 a las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes, no obtiene el esperado reconocimiento.Tampoco el público santanderino fue proclive al elogio a la hora de enjuiciar la pintura de Ricardo Bernardo, cuya investigación formal conecta con la corriente europea de la "Nueva Objetividad".
Ilustrador, conferenciante, profesor, intelectual crítico y brillante, su adhesión a la causa republicana le obliga a exiliarse en 1937, falleciendo tres años más tarde en Marsella.
ROSTRO DE UN HOMBRE (cuadro)
Pintado en el año en que regresa de París para aislarse en Ibio, este cuadro de la primera época de Bernardo, todavía conectado al gusto costumbrista, es, además, un interesante ejemplo de ciencia fisiognómica en la brillante caracterización del anciano.
JESÚS DE MONASTERIO (cuadro)
Exenta de anecdotismo,l a última producción de Ricardo Bernardo desemboca en un clasicismo geometrizante, especialmente en la concepción de la figura, como esta de Jesús de Monasterio, violinista lebaniego que alcanzó enorme prestigio como intérprete - llegó a ser director del real conservatorio de Madrid - y como compositor, con obras como "Fantasía sobre aires populares españoles" y "Rondó liebanense".
Bernardo le retrata al modo clásico, sosteniendo su instrumento musical, principal vehículo de información sobre su personalidad.
EL PINTOR RIANCHO (cuadro)
En octubre de 1928 Ricardo Bernardo publicó dos artículos en el "Diario Montañés", en los que glosaba la figura de Riancho con motivo del homenaje ofrecido al viejo maestro en Santillana. Esther López Sobrado recoge, en su monografía sobre Bernardo, las palabras que este dirigió a través de la prensa a Riancho, "yo tendré como antorcha reconfortante su vida ejemplar y será símbolo de la mía".
Otros pintores retrataron a Riancho con devoción, Bernardo lo hace, además magnificando la figura del gran paisajista que aparece vestido con sencillez, como conviene a su carácter, sobre un fondo irreal que dota al cuadro de cierta trascendencia, expresiva de la misión del artista.
BIBLIOGRAFÍA: "Cien Años de Pintura en Cantabria (1815 - 1915)". Diputación Regional de Cantabria. Instituto del Patrimonio Histórico y Monumental de Cantabria. 1988. Santander.